Introducción:
Bautizado inicialmente por Jovellanos con el nombre de Arte asturiano, hoy día se coincide en denominarlo Arte de la Monarquía Asturiana.
El especial interés que han suscitado sus peculiaridades entre los investigadores y las teorías encontradas a la hora de explicar su origen queda perfectamente reflejado en toda una serie de nombres con los que se le ha intentado calificar. Este es el origen de términos como Arte Prerrománico Asturiano, Latino-bizantino o Pelagiano.
El especial interés que han suscitado sus peculiaridades entre los investigadores y las teorías encontradas a la hora de explicar su origen queda perfectamente reflejado en toda una serie de nombres con los que se le ha intentado calificar. Este es el origen de términos como Arte Prerrománico Asturiano, Latino-bizantino o Pelagiano.
Sin embargo, el apelativo actual es el que mejor define sus características.
De hecho, lleva implícito en su mismo nombre dos de los aspectos más determinantes de este arte: la intervención de los monarcas en toda actividad constructiva (desde fines del S. VIII hasta fines del S. XII) tanto palatina como religiosa, y su lugar de desarrollo geográfico.
Es tal su vinculación con la monarquía, que el desarrollo histórico del reino y la evolución artística y estilística se encuentran interrelacionados. El carácter áulico influye claramente en la estructura y funcionalidad de las creaciones.
Si bien en un primer momento inicial, como en el caso de la Iglesia de la Santa Cruz, las empresas artísticas eran poco llamativas, según se afianza la monarquía frente al Islam y se alejan las fronteras hacia el sur, la situación mejora.
La estabilidad definitiva la proporcionará Alfonso II, que fija la capital del reino en Oviedo y hace de ella una verdadera urbs regia a semejanza de la capital visigoda de Toledo, construyendo palacios, baños, hospitales, acueductos, iglesias, etc ...
Este será el punto de partida sobre el que se asentaron las bases de un estilo que aportó una extraordinaria serie de soluciones estructurales y ornamentales. Su evolución será paralela al desarrollo de la monarquía, finalizando con el traslado de la corte a León, tras la muerte de Alfonso III.
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